Cuando crezcas, te darás cuenta que tu madre es la mejor amiga que hayas podido tener
Todos nacemos hijos de alguien, y todos tenemos o hemos tenido en la vida una figura materna que nos ha acompañado durante aquel difícil camino llamado vida. La madre es aquella que nos mantuvo en su vientre durante nueve meses, nos hizo venir al mundo y ha sido la primera que nos sostuvo en brazos cuando estábamos dando nuestros primeros llantos. La mamá es aquella que nos ha dado su leche materna cuando no podíamos alimentarnos de otra cosa, es aquella que nos ha enseñado a ser mejores personas, la que nos ha regalado consejos preciosos y nos ha entregado las llaves de una vida adulta sana y equilibrada.
via Health Line
Sin quitarle nada a la figura paterna, una mamá por un hijo o por una hija puede ser considerada con buena razón la mejor amiga que se pueda tener; esto porque, generalmente comparado con el padre, es la madre en quién más confía un hijo, es ella la que da consejos sobre como actuar, sobre como cambiar de comportamiento ante un problema que nos aflige, es ella la que nos anima a aprender de nuestros errores y a transformarnos en mejores personas.
Lecciones de vida muy valiosas que nosotros hijos de todo el mundo, con el paso del tiempo y con el envejecimiento de nuestros padres, damos sin embargo cada vez más por sentado, dándoles cada vez menos peso. Este punto de vista cambia sin embargo radicalmente en el momento en el que ningún hijo quisiera vivir jamás, pero que siempre ha temido durante toda la vida: el momento en el que nuestra madre fallece...
Ese es el día en el que cada hijo no quisiera vivir jamás, pero que en su corazoón sabía que llegaría tarde o temprano; un momento de gran ruptura interior y exterior, un círculo de vida que se cierra y otro que se abre. Nadie está preparado adecuadamente para afrontar la pérdida de un ser querido, menos que menos la de un padre, que desde la infancia es como si aprendiéramos a considerarlos prácticamente eternos, inmunes completamente al paso inexorable del tiempo y al envejecimiento.
Cuando esta gran fase de nuestra vida se cierra, nos damos cuenta que ha volado al cielo nuestra mejor amiga, quizás la única que hayamos tenido jamás. No hay nadie que pueda reemplazar el rol que una madre tiene en el crecimiento personal de su hijo, y cuando ella no esté más, será el momento en el que nos daremos cuenta que somos lo que somos hoy gracias a nuestros padres, a sus preciosas lecciones de vida y gracias a nuestra mamá, la mejor amiga que hemos tenido jamás. Sin dudas.