Esta abuela está obligada a trabajar cada día como "estatua viviente" en la calle, para alimentar a su nieto de 2 años

por Patricia Zorzenon

15 Mayo 2021

Esta abuela está obligada a trabajar cada día como "estatua viviente" en la calle, para alimentar a su nieto de 2 años
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Los abuelos están siempre presentes para sus nietos, o al menos es lo que se esperaría en situaciones de paz y tranquilidad familiar. Hay abuelos, además, que reemplazan a los mismos padres por diferentes motivos, entre los cuales el hecho de ayudar con su presencia a criar a los niños mientras las madres o los padres están en el trabajo todo el día. En los casos más desesperados, sin embargo, son los abuelos los que tienen que tomar las riendas de la situación, sin ni siquiera tener otra elección. Mumun es una mujer anciana que vive en Malasia, es abuela de Reihan, un niño de 2 años, y por él haría lo que fuera. La mujer no tuvo mucha elección: los padres de Reihan se separaron y lo abandonaron a su suerte, entonces la abuela tuvo que hacerse cargo de su futuro. Para ganar algo de dinero, la mujer trabaja como mimo en la calle.

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Mumun no está segura de su edad, pero seguramente tiene más de 60 años, mientras que sabe bien que su nieto Reihan tiene sólo 2 años y necesita absolutamente de su ayuda. No importa si el sacrificio es grande, porque es su deber como abuela y sabe que valdrá la pena. Cada mañana, Mumun se pinta el rostro y el cuerpo de color plata y finge ser una estatua viviente frente a las miradas de los transeúntes que, por supuesto, ignoran su historia de pobreza y sufrimiento. Antes del estallido de la pandemia, Mumum trabajaba como mujer de limpieza, pero la llegada del Covid-19 trastornó todos los hábitos principales y la anciana tuvo que buscar un trabajo improvisado.

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Con pocas monedas se compró una lata de color "plata", para poder utilizar en su cuerpo, para parecerse a una estatua y hoy, con tal de alimentar a su nieto, hace de mimo en las esquinas. Cuando siente el ruido de una moneda que algún pasante le deja, comienza a moverse y a cantar con una voz dulce y suave, para luego volverse de nuevo inmóvil en otra posición. Su "trabajo" continúa así, durante todo el día. La mujer gana entre 3$ y 5$ al día, apenas lo suficiente para comprarle la leche a Reihan y comer algo. Cuando el dinero no es suficiente, la abuela no lo piensa dos veces en privarse de un almuerzo o una cena: "Lo importante es que Reihan tenga su leche, cada día", dice Mumun.

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Es muy triste que una mujer de su edad deba reducirse en este estado para sobrevivir. Ella asegura que el hecho de ver a Rehan sano y bien alimentado, la motiva a seguir adelante y a hacer cada día este trabajo cansador. Mientras esté con él, se asegurará siempre de que coma al menos un plato de arroz al día.

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Pensemos en todas las veces que, con indiferencia, pasamos delante de personas que en la calle ofrecen algún espectáculo de este tipo o que, simplemente, piden limosna: no sabemos cual sea su historia, entonces no debemos sentirnos capaces de juzgar sus elecciones. Para esta abuela, de hecho, no se ha tratado de una verdadera elección: ella está y estará siempre para su nieto.

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