"¡Si alguien lo lee, que le avise a mi padre!": el mensaje en una botella de una niña que viajaba en el Titanic
No cuesta nada soñar; a veces, la imaginación y la fantasía galopan tan rápido que todo esto que producimos en nuestra mente ferviente supera en gran medida las posibilidades de la gris y monótona realidad. También Francia, devastada como el resto de todo el mundo, por la crisis económica y por la pandemia del Covid-19, quiere volver a soñar, y lo hace apasionándose por un curioso mensaje encontrado dentro de una botella y varado en las costas del sureste de Canadá en el lejano 2017...
via Le Parisien
Université du Québec à Rimouski/Facebook
Una familia canadiense, mientras estaba tranquilamente paseando por la playa de la bahía de Fundy en el sureste canadiense, encuentra un extraño mensaje sellado dentro de una botella; llevados por la curiosidad, los miembros de la familia abrieron la botella para leer las palabras impresas sobre esa vieja y gastada hoja: "Lanzo esta botella en el mar porque debemos llegar en algunos días a Nueva York. Si alguien la encuentra, ¡avisen a la familia Lefebvre en Liévin!"
Esta carta estaba firmada por una cierta Mathilde Lefebvre, una niña de 13 años, y la fecha del mensaje era la del 13 de abril de 1912, el día anterior al famoso hundimiento del Titanic...
Université du Québec à Rimouski/Facebook
¿Una simple coincidencia o una broma perfectamente elaborada? ¿Qué historia había detrás de aquel mensaje en la botella encontrada por casualidad por esa familia canadiense? Obviamente, la hoja amarillenta ha sido objeto de investigaciones científicas durante al menos cuatro años y los expertos aún no se han pronunciado sobre la veracidad histórica del pedazo de hoja, aunque los primeros resultados parecen prometedores.
Lo que sin embargo parece seguro es que la pequeña autora del mensaje, Mathilde Lefebvre de trece años, era realmente una pasajera del Titanic; lo que ha revelado Le Parisien es la reconstrucción del viaje intercontinental de esta familia a principios del siglo XX. Parece que Franck, el jefe de la familia, trabajaba como minero en Liéven, en el norte de Francia; no ganaba mucho, y por esto partió en 1910 con uno de sus hijos, que en ese entonces tenía 10 años, para buscar un poco de suerte en Estados Unidos. Encontró trabajo como minero en Mystic, Iowa, tanto que dos años después fue capaz de pagarle el viaje para Estados Unidos a su esposa Marie y a sus 4 hijos restantes, entre ellos Mathilde.
Si el estudio sobre los documentos oficiales de la época había confirmado el viaje sobre el desafortunado transatlántico de la familia Lefebvre, aún quedaba por determinar si ese amarillento pedazo de hoja era auténtico o no. Algunos investigadores apoyados por los laboratorios de la Universidad de Québec han dado los primeros, alentadores resultados: el análisis del vidrio de la botella parece traerlo realmente a principios del siglo XX, así como el tapón y el papel de la hoja sobre el cual la pequeña Mathilde había escrito su mensaje; también los análisis del espectroscopio confirmó que la tinta utilizada por la niña era confiablemente datable en 1912.
Las dudas sin embargo provienen del estudio de la caligrafía de la adolescente: su escritura parece demasiada desmenuzada y nerviosa, un detalle muy raro para los jóvenes de su edad en esa época histórica: ¿Qué haya dejado que un adulto escribiera ese mensaje en la botella por ella?
Hasta el momento, muchos detalles parecen confirmar la veracidad de los materiales utilizados para escribir esas breves palabras, pero todavía no hay ninguna confirmación que pueda pertenecer realmente a la pequeña joven pasajera del famoso Titanic, así como se desconoce el destino de mamá Marie y sus cuatro hijos a bordo del transatlántico: ¿habrán sobrevivido al naufragio?
Pero esta es una pregunta que, al menos por el momento, puede responder solamente nuestra imaginación.