Perro callejero se encariña con una azafata y la espera todos los días en la puerta del hotel
¿Hay alguien que pueda expresar fidelidad y cariño absoluto mejor que un perro? Probablemente no, y es por esto que esta emocionante historia que estamos por contarles es una demostración más de cuánto nuestros amigos de cuatro patas pueden incluso no tener el don de la palabra, pero ciertamente son campeones número uno en lo que respecta a la compañía, al amor desinteresado, al cariño, a la fidelidad pura y cristalina. Y si siempre han tenido dudas al respecto, con esta historia cambiarán de opinión.
La protagonista de esta tierna historia se llama Olivia Sievers y es una azafata alemana que por trabajo viaja mucho a bordo de los aviones que van y vienen a cualquier parte del globo terráqueo. Muchas veces, sus vuelos hacen escala en Buenos Aires, Argentina, donde Olivia se hospeda con frecuencia, eligiendo siempre quedarse en el mismo hotel. Frecuentando de hecho siempre el mismo lugar, la azafata vio un día que había un perro callejero que la reconocía y que se detenía siempre en la puerta corrediza del hotel esperando que Olivia saliera o regresara...
Cada vez que el perro callejero veía llegar a Olivia, se hacía encontrar frente a la puerta de vidrio del hotel, se acostaba de un lado y se aseguraba que le hiciera muchos mimos la amable azafata: parecía que entre los dos había no solamente química, sino también cariño, y Olivia no podía evitar pensar que ese perro callejero estuviera "enamorado" de ella, cada vez que regresaba a Buenos Aires estabá allí esperándola.
La azafata alemana contó: "Me ha esperado por tres meses y venía todos los días al hotel. Lo encontré por primera vez en febrero, luego lo busqué, lo vi en abril dos días y después no pude tomar un vuelo hacia Buenos Aires hasta el mes de julio. ¡El personal del hotel me ha dicho que vino todos los días de abril para esperarme solo a mí!
Rubio, así la azafata quiso llamar al perro callejero que la seguía siempre, no quería abandonarla, entonces la mujer se encargó de contactar a un refugio local para animales sin hogar, pero también en ese caso el perro logró escapar después de un tiempo y regresó siempre frente a la puerta corrediza del hotel de la ciudad argentina.
Después de muchas insistencias por parte del perro sin dar las primeras señales en darse por vencido, al final Olivia decidió adoptar a Rubio y llevárselo con ella a Alemania. Es inútil agregar que ahora el perro argentino no es más callejero, ni está solo; ¡tiene una maravillosa familia al otro lado del océano que lo quiere mucho y que le regala todos los días cariño y sonrisas!
A veces el destino sabe jugar realmente bien sus cartas, y ciertamente la historia de Olivia, la asistente de vuelo amable y el perro Rubio, nos enseña que el amor a primera vista puede desencadenarse incluso a ¡kilómetros y kilómetros de distancia!