De niño no tenía dinero para comprarse pan: hoy es el dueño de una panadería muy exitossa
Algunas historias son como píldoras de esperanza; escucharlas nos puede ser de ayuda en los momentos en donde nuestros sueños codiciados parecen lejanos años luz. Si necesitan un poco de ánimo, ¡lean la historia del emprendedor Carlos Ferreira da Rocha es para ustedes!
Carlos nace en una familia muy pobre en Xapuri, un pueblo de Brasil. Durante la infancia, su familia padeció muchas veces hambre, tanto que, a veces, no tenían ni siquiera dinero para comer. La situación no mejoró ni siquiera durante los años de su adolescencia: Carlos pasaba mucho tiempo mirando desde afuera las vitrinas de las panaderías, soñando con un pedazo de pan que no podía comprarse.
A los 18 años, ya crecido y con una valija llena de sueños, Carlos voló hacia San Pablo, convencido que la capital le reservaba muchas más oportunidades para realizarse. Queriendo redimirse de una vida vivida en la pobreza, Carlos, amante del mundo culinario desde niño, decidió graduarse en gastronomía y abrir, un día, una actividad propia.
Para pagar sus estudios comenzó a trabajar en una panadería limpiando las máquinas y todas las herramientas, pudiendo posteriormente convertirse en director de la misma empresa. A pesar de haber enfrentado los estudios con muchas dificultades, Carlos logró graduarse y consiguió dos especializaciones en el sector.
En el 2015, no estando aún satisfecho con su posición, ¡el futuro emprendedor decidió poner en práctica una genial idea! En ese momento no existían fábricas de pan en toda la región, lo que obligaba a los supermercados a producir su propio pan. Dándose cuenta, Carlos decidió que sería él quien abriera la primer fábrica de pan, ¡que la llamó Acrepan!
Como lugar eligió el edificio de un amigo que en el pasado era una panadería. Habiendo gastado hasta el último centavo para abrir su actividad, Carlos no pudo pagar el alquiler durante 11 meses, endeundándose. Sin embargo, cuando su actividad comenzó a dar sus frutos, el amigo decidió reunirse con él y eliminar la deuda de los meses anteriores.
Los productos iniciales eran 5: pan en rodajas, pan para perros calientes, pan para hamburguesas, pan integral y pan de 12 granos. La particularidad de la empresa era el empaque artesanal: los productos estaban empacados en plástico transparente y la marca era pegatina, realizada por una imprenta local.
Después de haber decidido colaborar con las hamburgueserías artesanales de la región, Carlos aprovechó de la pandemia y tardó unos 6 meses para crear el mejor pan brioche del mercado, con mucho éxito. Hasta la fecha, a pesar de que Acrepan tiene un gran éxito, Carlos no pretende en absoluto detenerse: su objetivo es hacer famosa su marca en todo Brasil.
¿Quién hubiera dicho que un pequeño joven que soñaba con comer un simple pedazo de pan, ahora es uno de los mejores emprendedores más importantes de Brasil?
