Un indigente viaja en el autobús descalzo, un hombre se da cuenta y le regala sus zapatos
Muchas personas, para aparecer en televisión o convertirse en celebridades incluso sólo por un día, se lanzan a negocios y a actos de caridad solamente por la gloria que conlleva. No todos poseen un corazón puro y muchos corren más riesgo de ser abrumados exclusivamente por el deseo de aparecer. Afortunadamente, hay personas a las que la fama no les interesa. Estas personas serán las primeras en ayudar a quienes se ven en dificultad, únicamente por el placer de hacerlo. A veces, la mayor recompensa es la sonrisa de quien ayudamos. En Surrey, Columbia Británica, un hombre en un autobús sabe bien lo que significa ayudar a quienes lo necesitan, decidiendo quitarse los zapatos para ayudar a un indigente.
via CBC News
Quién ha contado el episodio a los medios locales ha sido el conductor de un autobús. Después de un largo día laboral quedó asombrado por la amabilidad sin precedentes de un hombre que decidió ayudar a un vagabundo sin zapatos. Sin decirle nada a nadie, el misterioso benefactor se quitó los zapatos y se los entregó al vagabundo con frío. Sin pensarlo dos veces, el vagabundo tomó los zapatos del buen hombre, agradeciéndole por el increíble regalo.
Esa noche, además, llovía mucho, pero al buen samaritano, que decidió por su propia voluntad permanecer anónimo, no le importó. Para él la salud del indigente era más importante que cualquier cosa y después de asegurarse de que los zapatos le fueran perfectamente al vagabundo, se bajó del autobús y se dirigió a su casa feliz.
Del benefactor, sin embargo, no se sabe nada. Sólo sabemos que tiene 27 años y que regularmente trabaja como voluntario en la mezquita local. Además de estas informaciones, de hecho, el joven no reportó nada más, demostrando no estar en lo más mínimo interesado por las felicitaciones que recibiría. Para el joven de veintisiete años, ayudar al vagabundo ha sido un gesto muy normal y unas sinceras gracias habría recompensado ampliamente su buena obra.
En este caso, las acciones valen más que mil palabras. Lo que llama la atención es la espontaneidad de su gesto, dictado únicamente por su corazón. ¿Cuántos de nosotros, después de todo, hubiéramos dirigido nuestra mirada hacia otro lado encontrándonos frente a un vagabundo sin zapatos? Para este joven, en cambio, hubiera sido inadmisible y lo que hace que su gesto sea aún más especial es no haber querido recibir algún mérito. En fin, un auténtico gran acto de bondad hacia el prójimo.