Esta abuelita de 101 años continúa trabajando a bordo de un barco pesquero y no tiene ninguna intención de abandonarlo
La costumbre es difícil de alterar, sobre todo si es algo que siempre nos hizo estar bien. Incluso el trabajo se vuelve rutina y a un cierto punto, no logramos poder evitarlo; hay quien sufre muchísimo después que se ha jubilado, por ejemplo. Virginia Oliver, igualmente, no cree retirarse de la escena muy pronto, no obstante su increíble edad. A los 101 años, la anciana mujer todavía es muy activa y continúa desarrollando su actividad laboral preferida: ¡ayuda a su hijo a capturar langostas en las aguas del Maine! Han entendido bien: la abuelita zarpa incluso 3 días a la semana, en compañía del hijo de setenta años, para recoger el botín que el mar les ofrece. Los riesgos son muchos, ¡pero ella no tiene ni siquiera la sombra del miedo!
via Youtube / CBS Sunday Morning
Virginia Oliver iba a la búsqueda de langostas desde niña: a los 7-8 años ayudaba al padre a recogerlas, justamente poco antes de la Gran Depresión. Para Virginia no es gran cosa. Incluso su hijo Max Oliver de 78 años, no es más un jovencito, pero continúa impertérrito en su propia misión, apoyado por mamá Virginia. Max se ocupa de recuperar las trampas, mientras Virginia mide y selecciona las mejores langostas, mientras devuelve al mar aquellas demasiado pequeñas.
Virginia no se cansa nunca de este trabajo y está muy feliz de acompañar a su hijo al menos 3 días a la semana en las profundas aguas. Se trata de un trabajo no ausente de riesgos, tanto que una vez la señora ha tenido que hacerse poner algunos puntos en el hospital a causa de un corte muy profundo. Pero para Virginia todo eso es absolutamente natural: "No es un trabajo duro para mi. Podría serlo para otro, pero no para mi".
Aunque si los médicos le han aconsejado de no exagerar, ella no parece tener algún signo de decaimiento. La abuela ha declarado con firmeza que continuará haciendo este trabajo hasta cuando el cuerpo se lo permita, o sea hasta cuando no esté más entre nosotros. En definitiva, Virginia no ha tenido alguna intención de disfrutar la pensión quedándose en la casa sentada en el sillón leyendo el diario!
¡Felicitaciones a esta abuela templada de años y años de navegación y aventuras a bordo de su barco pesquero! ¿No quisieran llegar también ustedes a su edad, con este temple?