Él tiene 102 años, ella 100: juntos festejan los 73 años de casados visitando los lugares de su infancia
Un aniversario especial y muy particular: 73 años de casados. Él es Lino Martinelli de 102 años, ella es Rina Tanci con 100 años y viven en la Umbria verde en el corazón de Italia. Juntos les han pedido a sus hijos como regalo, poder regresar a visitar los lugares de su juventud. Una manera para revivir los momentos más bellos vividos juntos en tantos años y descubrir cómo han cambiado los lugares de su historia personal. Un viajo que ha sido posible realizar gracias al esfuerzo de los voluntarios de la Cruz Blanca porque desde el punto de vista físico la pareja es muy frágil.
via Geo News
Un amor récord que los cónyuges han celebrado con toda la familia y les pidieron un regalo muy particular: regresar a visitar los lugares de la infancia y la adolescencia para ir a encontrar sus raíces que se hunden en la pequeña aldea de Montepeschio, en Umbria.
Lugares que llevan historias y recuerdos grabados en la memoria de la pareja, que cuentan también la historia de nuestro país. Para esta pareja aún está vivo el recuerdo de la guerra y los años de prisión que los mantuvo separados. Luego el regreso a casa donde encontró a su compañera de vida, Rina, que lo había esperado durante años y con el que luego decidió casarse en 1948 y construir una familia.
La iglesia en la que se casaron ya no existe más, pero la pareja logró regresar a la casa de Lino donde las emociones se unieron a los recuerdos del pasado y al entusiasmo por la posibilidad de regresar conde se construyó la propia historia. Este viaje se pudo organizar gracias al hijo Silvano y a su esposa Gabriella, pero sobre todo a la disponibilidad de los voluntarios de la Cruz Blanca. Estos jóvenes se prestaron a poner en disposición al personal y al medio de transporte de manera que estos dos ancianos frágiles pudieran realizar un verdadero viaje en el tiempo. Un recorrido asistido dado que los dos tatarabuelos tienen dificultades para movilizarse y usan una silla de ruedas para sus traslados.
Naturalmente, este tipo de iniciativas siempre son emocionalmente muy difíciles: los dos ancianos han revivido recuerdos bellos y experiencias menos agradables, se encontraron con los hijos de muchos amigos y conocidos, pero también encontraron ausencias y cambios radicales.
¡Si esto no es una prueba de gran amor!