Adopta a un niño y descubre que era el hijo que había perdido diez años atrás
Uno de los miedos más profundos de un padre es el de no solamente perder a su propio hijo debido a un accidente o por una desgracia, sino perderlo por una distracción trivial y no encontrarlo nunca más. Un evento que a veces les sucede a muchos padres en todo el mundo, un suceso que genera en el padre o en la madre del pequeño perdido o robado, peor a veces secuestrado, un sentido de culpa personal generado por el trauma de la misma desaparición. Un fuerte trauma que sintió durante años Gabriela Suarez, una madre que pensó que había perdido a su hijo para siempre...
Todo comenzó para Gabriela Suarez una mañana mientras estaba yendo a acompañar a su hijo Bernardo a la escuela; en ese momento, el niño solamente tenía tres años; un segundo de distracción y Gabriela no vio más a su hijo, había desaparecido completamente; ¿A dónde había podido ir? En ese momento tan trágico y acalorado, también las demás madres de la escuela se pusieron a buscar por todas partes, emitieron alarmas de niños perdidos, pero nada, los años de búsqueda no arrojaron ningún resultado efectivo.
La mujer estaba tan obsesionada con encontrar a su hijo que comenzó a trabajar también con asociaciones que favorecían la investigación y resolución de casos de desaparición infantil; este ambiente luego le permitió acercarse a las casas de familia donde vivían niños abandonados o huérfanos, y fue precisamente allí que conoció a un jovencito de 13-14 años llamado Tomás, un adolescente muy sensible que estaba siempre apartado con respecto a los demás y prefería dibujar en lugar de jugar con los demás.
La mujer inmediatamente se enamoró del jovencito y decidió regalarle un hogar para siempre, adoptándolo como si fuera su Bernardo perdido. Todo parecía ir bien entre la madre adoptiva y su hijo, hasta cuando una cancioncita infantil que cantaba Tomás hizo que a Gabriela se le congelara la sangre...
Gabriela Pinto/Flickr - Not The Actual Photo
Esa canción que cantaba el jovencito era la canción infantil que le había inventado ella a Bernardo, ¿cómo era posible que la conociera? Por primera vez, Gabriela miró al jovencito con extrema atención: tenía el cabello oscuro y los ojos castaños como su hijo perdido, pero después de todo, ¡miles de niños tenían estas características físicas!
La mujer le hizo un examen de ADN al joven y así descubrió la verdad: ¡Tomás en realidad era Bernardo! Ambos se sorprendieron, pero ella debía saber la verdad sobre quién le había robado a su hijo diez años atrás cuando solamente tenía tres años; el joven le contó todo sobre como una mujer desconocida lo había tomado de la mano y lo había llevado a su casa, haciéndose pasar por su madre. Una mujer, se descubrió después por una investigación policial, que había actuado por desesperación después de haber perdido a su hijo único en un accidente automovilístico y que sentía que ya no podía vivir más sola.
La "ladrona" al final ha sido condenada y declarada culpable de privación de la libertad y secuestro de persona, mientras que ahora Gabriela y Tomás viven felices y contentos como madre e hijo después de un reencuentro familiar realmente emocionante y sorprendente.
Qué historia increíble, ¿no es verdad?
