Las palabras ofensivas de un profesor todavía la persiguen aún después de 17 años, pero ella hoy tiene un mensaje para compartir
Las palabras son importantes y pueden herir casi como un cuchillo y es por esto que siempre debemos pensar dos veces antes de pronunciar algún comentario o juicio hacia otra persona. De hecho, una herida se puede curar, pero un trauma provocado a una edad temprana, por un comentario poco agradable, es más difícil: esas palabras nos perseguirán, muy probablemente, impidiéndonos vivir nuestra vida al 100%. ¿Por qué debemos soportar algo así? Si fuéramos todos más amables con el prójimo, el problema ya estaría resuelto.
Elyse Myers sabe bien lo que significa recibir un comentario poco agradable durante los años de la escuela. La joven contó cómo un suplente en ese momento la desanimó con un comentario negativo con respecto a su aspecto. Para una joven que soñaba con ser porrista era horrible tener que vivir con el juicio de ese extraño.
No es ningún secreto que en los tiempos de la escuela Elyse Myers era un poco redondita, ella misma lo admitió en su relato, pero eso no significa que no pudiera soñar y proponerse como porrista. A ella, en realidad, no le importaba nada de su peso porque se sentía en paz con ella misma, pero todos a su alrededor parecían estar preparador para recordarle que era "más grande" que los demás chicos. En ese momento, nunca ningún adulto le había enseñado a amar a su cuerpo, sin embargo ella no tenía la intención de renunciar a sus sueños, el de convertirse en una porrista. Además, ¿quién le había dicho que su cuerpo representaba un obstáculo? Un día, un suplente pensó en destruir ese sueño.
"Un suplente masculino me escuchó mientras les decía a mis amigos cómo quería ser una porrista algún día", cuenta Elys, "y evidentemente él sintió la urgencia de venir hacia a mi para decirme: "Debo salvarte de ti misma. Estarías mejor como portabandera, en la banda musical o en lucha libre, pero no te veo con ropa de porrista". Y así es como, un perfecto desconocido, que como profesión debería enseñar, logró destruir el sueño de una niña. Los maestros, y en general todos los adultos, deberían pesar las palabras que eligen utilizar con estudiantes y niños. Elys tenía tan solo 11 años cuando este suplente se tomó la libertad de intervenir frente a sus amigos para ridiculizar su cuerpo, y solamente ahora, 17 años después, la joven se dio cuenta lo grave que ha sido. Y también de cómo esas palabras han afectado negativamente su vida.
Nunca se sabe cuánto pueden quedar grabadas las palabras de un adulto en un niño, pero seguramente, padres y maestros, tienen roles demasiado importantes para poder permitirse hablar a la ligera. El aspecto, además, es un argumento muy sensible, que fácilmente podría provocar inseguridades e inestabilidades durante el crecimiento de un niño: todos elemenos que ayudarán a que se convierta en un adulto lleno de "complejos".
Elys de todas maneras hizo de porrista en un espectáculo de teatro de la escuela y destacó lo increíblemente bien que se sintió con ella misma. ¡No debemos permitirle a nadie que nos juzgue o que nos diga qué podemos y qué no hacer!
