Vendedor ambulante logra enviar a sus 4 hijas a la universidad aunque nadie lo creía
Un padre sabe que debe hacer de todo para darle lo mejor a sus hijos, pero siempre según sus posibilidades. Un hombre que durante toda su vida vendió albóndigas de pescado en la calle, como vendedor ambulante, logró que sus cuatros hijas fueran a la universidad. Un logro no tan obvio si consideramos el salario probablemente muy bajo del hombre, pero no debemos olvidar de todos los sacrificios que tanto él como su esposa han hecho para darle una educación a sus hijas. La educación es, de hecho, quizás la única solución a la pobreza y los dos padres en cuestión deben haberlo entendido muy bien.
La última de las cuatro hijas en graduarse, la más joven, expresó su gratitud hacia sus padres y contó lo que significa ser la hija de un vendedor ambulante.
La matrícula de la universidad no es una broma y para muchos padres se convierte en un verdadero desafío poder pagarla. Girlie Versoza, la hija más joven del vendedor ambulante protagonista de esta historia, contó que no sólo nadie imaginaba que su padre y su madre podrían conseguir que ella estudiara, sino que cuando ella y sus hermanas eran pequeñas, muchos niños no querían hacer amistad con ellas debido a la profesión que hacía su padre: "Eres la hija del vendedor de las albóndigas", decían con tono despectivo y burlón. Palabras que quedaron grabadas en la mente de Girlie y que, años después, han resurgido pero con un significado diferente: su padre había hecho muchos sacrificios, precisamente porque era un vendedor ambulante de albóndigas, y había logrado que ella estudiara.
"Hija mia, no debes avergonzarte de tí misma. No te esfuerces en hacer amistad con los demás, sé solo amable", le decía el padre cuando la veía triste de niña porque los demás compañeros no querían jugar con ella debido a sus orígenes humildes de su familia. Afortunadamente, Girlie nunca se avergonzó del trabajo de su padre y en el camino de su vida se encontró también con amigos que la aceptaron por lo que era.
Las dificultades económicas parecían insuperables, sin embargo tanto ella como sus hermanas lograron graduarse en la universidad.
El día de su graduación, Girlie no pudo evitar no dedicarle esa victoria a sus padres y, en particular, a su padre, el cual había hecho muchos años de sacrificio con su trabajo. Las mismas hijas lo ayudaron con el paso de los años a vender esa comida de la calle y esto para ellos ha sido una gran lección de vida que las hizo crecer y madurar.
Trabajar como vendedor ambulante les hizo entender a las hijas que no hay nada malo en un trabajo humilde y, sobre todo, que todos los trabajos son dignos, siempre y cuando sean honestos. ¡No hay que avergonzarse de nuestras raíces!
