Esta joven le pidió a su abuela de 89 años que asista a su boda como dama de honor
Organizar una boda no es lo más sencillo del mundo. Hay que elegir muchas cosas: vestido, invitados, souvenirs, decoraciones, restaurante, testigos y mucho más. Algo que está muy de moda últimamente en las bodas, es la posibilidad de tener damas de honor. También en este caso la decisión podría resultar difícil.
¿A quién pedirle? ¿Hermanas, amigas, primas o...abuelas? Sí, han leído bien, abuelas. Una elección por la que optó la protagonista de esta historia.
Ella es Christine Quinn, una recién casada de Pennsylvania que tomó una decisión bastante inusual para el día de su boda. La joven de hecho decidió tener cuatro damas de honor, una de las cuales sería su abuela. ¿Lo más hermoso? Ver a una señora de 89 años usar un hermoso vestido violeta y lucirlo junto a una espléndida sonrisa en el día de la boda.
La señora Betty Govern estaba muy feliz de formar parte en la boda de su nieta como dama de honor. La novia en persona contó: "Abuela Betty es una de mis amigas más queridas. ¿Quién podría serlo además, si no es la persona que te conoce desde cuando naciste y con la que tienes una hermosa relación? Ella tiene un increíble sentido del humor, continuó Christine, y una idea de la vida que todos los días intento seguir y hacer mia".
Muchas veces antes de la boda abuela Betty le había preguntado si estaba segura de su decisión. Le repetía que las damas de honor por lo general son jóvenes y hermosas, ¿por qué elegir a ella que tenía 89 años? "Para mi es hermosa así. -dijo su nieta- La abuela es una persona simpática, divertida y tiene una vitalidad envidiable dada su edad. En la fiesta nos hizo divertir y nos deleitó con sus historias y sus perlas de sabiduría".
¿Qué decir? Esta mujer es seguramente una persona especial y quizás, la abuela que cada uno de nosotros quisiera tener. Felicitaciones a la señora Betty por su fuerza de voluntad y por habernos enseñado la importancia de afrontar siempre la vida con espíritu positivo. En el fondo, la vejez no es solamente una cuestión de edad, sino también espiritual. Uno se vuelve viejo cuando se siente así y, aparentemente, para abuela Betty aún no es así.