Vagabundo cambia su look gracias a un peluquero que encontró en la calle: "Ya no quiero vivir más de esa manera"
A menudo sucede quejarse de la vida, del trabajo que uno hace, de cómo utilizamos nuestro tiempo libre y todo lo que no va bien a nuestros ojos. A veces, sin embargo, se necesita detenerse un momento y mirar hacia afuera. Haciendo esto, uno se daría cuenta de lo afortunado que es, a diferencia de las personas que ni si quiera logran comer todos los días. En cada lugar del mundo, de hecho, hay personas menos afortunadas, personas que, por varios motivos, se ven en la necesidad de tener que afrontar momentos complicados. Hay quienes, por ejemplo, no tienen ni techo sobre sus cabezas y tienen que vivir en la calle, arreglándoselas como pueden.
Muchas veces, sin embargo, la vida nos tiene reservado sorpresas y el destino puede asistir a quienes han tenido menos suerte que los demás y hacer que su futuro vaya en una dirección nueva y más tranquila. Sabe algo de esto el protagonista de la historia que estamos por contarles.
via Contioutra
Él es Bruno Henrique Cassimiro Ramos, un joven de 33 años que, por una historia personal muy conflictiva, se encontró a una joven edad teniendo que vivir en las calles de Votorantim, en Brasil. Para salir adelante y comer Bruno pedía limosna en la calle, cerca de un semáforo. Un día pasó a su lado Leandro Matias, un joven peluquero y estilista que tuvo piedad de ese joven y decidió darle una mano.
"Una mañana, casualmente, me encontré con Bruno en el semáforo, contó el peluquero, lo miré a los ojos y decidí que debería hacer algo por ese joven desafortunado. Me acerqué y le di mi contacto, diciéndole que me venga a ver al salón". Bruno tomó la tarjeta de Leandro, pero no tuvo las fuerzas para ir a ver al peluquero.
Pongámosnos un momento en su lugar: para un joven que se ve obligado a vivir en la calle, obligado a tener que pedir algunas monedas a los transeúntes para poder comer, estar "presentable" desde el punto de vista estético, no era ciertamente su problema principal.
Después de algunos días y de no haberlo visto entrar al salón, Leandro no se dio por vencido y se puso a buscar al joven. Poco tiempo después logró localizarlo y convencerlo a que lo siga.
"Lo llevé a mi salón, le di una toalla, jabón y le dije que se diera una buena y relajante ducha, contó Leandro. Después le di el almuerzo y me puse manos a la obra. Trabajé en un buen corte de cabello, le hice un tratamiento en el rostro y también en las cejas. El resultado fue increíble. Tanto Bruno como yo no podíamos creer lo que veíamos. Él estaba muy feliz por ese cambio y yo me sentía realmente bien por haberlo ayudado".
El mismo Bruno habló de esta experiencia en una entrevista: "El encuentro con Leandro sucedió en el mejor momento. Había tocado fondo y cuando sucede esto, es el momento de detenerse, reflexionar y hacer lo posible para comenzar a subir. No creía más en la vida, pero Leandro me dio el empujón necesario y la fuerza para tomar nuevamente en manos a mi futuro y siempre le estaré agradecido".
Desde ese día y gracias a un cambio de look la vida de Bruno tomó un rumbo completamente diferente y se encaminó hacia un futuro mejor. Quizás en el fondo y en el subconsciente este joven de 33 años ya sentía que quería cambiar, necesitaba una sacudida para comenzar a vivir nuevamente de verdad y gracias a un peluquero amable tuvo la oportunidad de hacerlo. Una historia conmovedora y dulce que nos muestra la importancia de darle una mano al prójimo, sobre todo si está en dificultades.
Tomemos ejemplo de Leandro y hagamos todo lo posible para ayudar a quienes son menos afortunados que nosotros. Haremos un bien a los demás y también a nosotros mismos.