Mesera ve a chicos de sexto grado entrar solos al restaurante y teme lo peor: ellos se muestran muy educados
Nunca se debería juzgar a un libro por su portada, -¿Cuántas veces hemos escuchado decir este dicho? Nunca tomar como punto de referencia las apariencias para determinar el valor contenido de algo. Sin embargo, lamentablemente, parece casi inevitable tener una serie de prejuicios hacia las cosas más dispares. La experiencia, quizás, podría enseñarnos a deshacernos de estos lamentables prejuicios, devolviéndonos cierta confianza. Es lo que le sucedió a Nicole Marie, una mesera que tuvo que enfrentarse a siete jóvenes de sexto grado que llegaron al restaurante para comer juntos, sin la supervisión de un adulto. Nicole, sin embargo, se vio gratamente sorprendida por su comportamiento y tuvo que retractarse de su pensamiento anterior.
Nicole, como muchas meseras, estaba enfrentándose a un largo día de trabajo y lo último que hubiera querido realmente en ese momento, era un grupo de niños hambrientos y maleducados. Cuando la mujer, que ya trabajaba en ese local desde hace 10 años y había acumulado cierta experiencia en juzgar a sus clientes a simple vista, vio a esos siete jóvenes entrar al restaurante, inmediatamente temió tener que escuchar conversaciones desagradables con clientes menores de edad y maleducados. Afortunadamente, su instinto se equivocaba totalmente. En ese momento, eran sus prejuicios en hablar por ella.
Los jóvenes se sentaron en la mesa y esperaron pacientemente a que les sirvieran. Al momento de ordenar, pidieron sus platos preferidos agregando siempre "por favor" y "gracias": ¡Nicole quedó bastante impresionada de su educación! En su mente, el estereotipo de los jóvenes maleducados y bulliciosos se había apoderado de ella, es por eso que quedó gratamente sorprendida por la compostura de estos jóvenes de sexto grado.
Mientras ordenaban, uno de los jóvenes tuvo que responder a su celular y uno de sus amigos le pidió si amablemente podía levantarse dado que era extremadamente de mala educación responder en la mesa. Una vez que Nicole les trajo sus órdenes, todos comieron en silencio, educadamente. Evidentemente, alguién más en el local se debió haber dado cuenta del comportamiento ejemplar de esos jóvenes, tanto que se ofreció a pagar la cuenta por ellos. En ese momento, los jóvenes le dieron una mayor propina a Nicole. Al final, apilaron sus platos y recogieron todos los restos para que Nicole pudiera levantar la mesa más rápido.
"¡También los adultos (incluída yo) raramente dejan la mesa tan limpia!" dijo Nicole, cada vez más sorprendida por la educación de estos chicos. Al final de su turno, la mesera cambió definitivamente de opinión sobre las "nuevas generaciones", dado que ese grupo de chicos de alguna manera le devolvió la confianza en la humanidad.