A los 100 años le renuevan el carnet: "Soy feliz porque seré todavía autónoma y no le pesaré a mi hijo"
Llegados ya a una cierta edad, nos damos cuenta que los reflejos no son más los de una vez y que la vista comienza a hacer malas pasadas: ha llegado el momento de poner las llaves en el auto y elegir si venderlo o dejarlo para los hijos o nietos. Para quien ha estado acostumbrado a manejar toda la vida, seguramente no estará feliz de renunciar a su independencia y rendirse al hecho que la vejez está tomando la delantera. Candida Uderzo, una anciana señora de Vicenza, por ejemplo, no encuentra que sea necesario dejar de manejar, ya que ve muy bien, no obstante sus 100 años. La juvenil señora, de hecho, ha pasado sin problemas la consulta médica para renovar el carnet de conducir.
via The Guardian
Cuando se supera una cierta edad, es necesario renovar el carnet de conducir más a menudo, dado que los controles se hacen con más atención. La centenaria mujer de Vicenza, de hecho, no ha tenido ningún problema para renovar el carnet por otros dos años y es más que feliz: "Yo conduzco desde siempre. Me gusta ser autónoma" ha confesado la señora, "también para no ser un peso para mi hijo. Esta renovación me pone feliz y me hará sentir libre incluso por un tiempo". Palabras que hacen sonreír y nos hacen conscientes de cuanto es importante para un anciano ser independiente: ninguno quisiera nunca pesar sobre sus hijos o nietos, pero superada una cierta edad parece inevitable tener que renunciar a las propias costumbres, para sobrevivir a la vejez. Lo que hace más daño es quizás la soledad. Bien, entonces, es por esto que la señora Candida está tan feliz de haber obtenido su carnet por otro poco más": significa que podrá todavía girar libre sin tener necesariamente que encerrarse en la casa.
"Soy afortunada: tengo 100 años, estar así con salud me asombra también a mi. No tomo nunca medicamentos" dice orgullosa, "al máximo cada tanto alguna pastilla para dormir".
Además, Candida tiene razón de sentirse orgullosa por su meta: ¿quien no quisiera llegar a los 100 años, en perfecta forma física, justo como ella?
A hacer que la señora sea tan determinada ha sido quizás su más grande desgracia, o sea, la de perder al marido a una joven edad: "He pensado que quedar viva quería decir disfrutarlo hasta el fondo y no renunciar a nada. Como primera cosa he comenzado a moverme. Iba con mis amigas a hacer largas caminatas. Me ha ayudado mucho a superar el luto. Una vez jubilada me inscribí en el grupo de caminatas y desde aquel momento no he perdido una salida. Cada domingo a las 6 me encuentro en la puerta de casa lista para salir".
¡No podemos que desearle a Candida otros 100 de estos días!
