"Mi esposo me dice que use ropa que no moleste a su madre, pero yo no quiero sentirme una invitada en mi propia casa"
Seamos realistas: llevarse bien con la suegra puede revelarse en muchos casos una tarea realmente difícil. Quizás por carácter y temperamento distinto, quizás por susceptibilidad por parte de uno de los dos, quizás por intrusión, el hecho es de que encontrar el equilibrio entre nuera- o yerno- y suegra es una de las cosas más complicadas en las relaciones familiares.
¿No lo ven bien? Bien por ustedes. Lástima, en cambio, para la protagonista de esta historia. Una mujer que tuvo que confrontarse con su pareja debido a su suegra. Les contamos la historia que ella compartió en la web.
via Bright side
La protagonista de esta historia es Megan, una esposa que tuvo alguna discusión con su esposo debido a su suegra. En una carta la mujer contó que se casó hace un tiempo con su esposo y que nunca tuvieron grandes problemas entre ellos. Un matrimonio feliz que sufrió una sacudida desde cuando la suegra se mudó a su casa por un mes.
En el mensaje Megan explicó que ella y su esposo viven en una hermosa casa con piscina y jacuzzi, motivo por el cual, luego de un cansador día de trabajo, a ella le encanta hacer largos baños y luego consentirse y relajarse en el jacuzzi. Al estar en su casa, la mujer nunca se había puesto el problema de lo que usaba ni tampoco su esposo, pero desde cuando la suegra se mudó con ellos, algo cambió.
La madre del hombre, de hecho, se habría quejado con él por la ropa que usaba su nuera durante el día. Bikini, tops cortos y shorts habrían molestado a la mujer y la llevaron a hablar con su hijo, pretendiendo que ese hábito lo cambie. Sin pensarlo demasiado, el hombre se enfrentó a Megan y le pidió que ponga más atención en el asunto, algo que hizo enfurecer a la mujer.
En total desacuerdo con él, dijo que no tenía ninguna intención en modificar su comportamiento por un invitado. No era posible que una persona externa al núcleo familiar tenga la intención y el poder de actuar para hacerla sentir incómoda en su propia casa. Algo inaceptable para la protagonista, sobre todo porque, como ha contado, había dado pasos hacia la suegra que, evidentemente, no habían sido reconocidos. Había trasladado su oficina a otra habitación para dejarle a ella la más cómoda, preparaba platos con carne que ella, por ser vegetariana, había eliminado de la dieta ¿y ahora le pedía también que cambie el estilo de ropa? No estaba dispuesta a hacerlo.
¿Una negativa legítima o no? Después de todo, cuando uno va a la casa de las personas siempre es bueno adaptarse a los hábitos vigentes y no pretender que prevalezcan los propios, ¿pero cómo es mejor comportarse cuando la petición llega de una madre y suegra?
¿Ustedes qué piensan?
