Joven maestra se ve obligada a vivir en una carpa debido a un miserable salario: "Mis alumnos no deben saberlo"
¿Es correcto renunciar a los sueños solamente porque el sistema es corrupto y ya no funciona? Obviamente no, no es para nada justo, pero ante las extremas dificultades que hay por delante, parece inevitable tener que dejar de lado aquello por lo que uno vino y recurrir a otra cosa. La experiencia de Aimée Lê, una joven residente en el Reino Unido, debería hacer reflexionar sobre las pésimas condiciones laborales de quienes intentan a toda costa postularse para cubrir un noble puesto de trabajo, el de maestro. La joven estudiante de doctorado, si bien ganó una beca, no recibía el salario adecuado para su servicio y al final, se vio obligada a vivir en una carpa, para ahorrar en el alojamiento.
Aimée Lê ha hecho muchos sacrificios para poder llegar a su objetivo de convertirse en una maestra, un trabajo por el que se siente muy talentosa, casi como si tuviera algún tipo de vocación. Lamentablemente, el sistema no le permitió tener éxito, a pesar de su talento, en un trabajo tan noble. Mientras trabajaba en su segundo año de doctorado, por el cual logró obtener una beca anual de 16.000 libras esterlinas, Aimée Lê tenía que mantenerse de todas formas. De la suma inicial, 8.000 libras esterlinas terminaban en la matrícula universitaria, mientras que el resto, sumado a un miserable salario de maestra, le servía para pagarse el alojamiento y sobrevivir en el Reino Unido. Al final, le quedaban unas 12 mil libras esterlinas al año para vivir. Hasta que pudo dormir en un albergue barato, la joven maestra no tuvo graves problemas, pero cuando el lugar tuvo que cerrar por mantenimiento, Aimée no tuvo muchas opciones.
La mujer no quería abandonar su camino de estudios ni tampoco renunciar a su sueño de ser una maestra, entonces decidió tomar prestada una carpa y quedarse en estas condiciones. Afortunadamente, en el campus universitario encontró un campamento de protesta, en contra de las pésimas condiciones en las que están los trabajadores de la escuela y aprovechó para no sentirse demasiado sola. Obviamente, Aimée tuvo miedo, sobre todo al principio, y hubo momentos de desesperación para ella, pero nunca renunció a su objetivo.
Es esta mala experiencia contó: "Hacía frío. Era una pequeña carpa para una sola persona, lo que significaba que se calentaba bastante rápido. Pero había días en los que recuerdo haberme despertado con la carpa cubierta de nieve. Cuando estaba ocupada con mi doctorado o con otros trabajos, trataba de aprender a cortar la leña y encender el fuego".
De todas maneras, Aimée nunca le reveló a sus estudiantes las condiciones en las que vivía, porque temía que pudiera tener repercusiones negativas en ellos. La joven tampoco se lo dijo a sus padres, para que no se preocupen, pero al final, luego de dos años transcurridos en estas condiciones, tuvo que regresar a vivir en la casa con ellos. Pensaba que podía encontrar un trabajo remunerado pero no fue así; ahora su estado de ánimo cambió mucho y Aimée no sabe exactamente cómo será su futuro, a pesar de que está segura de sus capacidades: "¿Aún seré maestra? Para ser honesta me cuesta responder a esta pregunta. Lo irónico en todo esto es que pienso que soy adecuada para este trabajo. Sé que soy realmente una buena maestra porque recibí muchos comentarios positivos de mis alumnos, organicé una conferencia internacional y siempre trabajé a un nivel muy alto. Es como una vocación".
Sin embargo, si el sistema no cambia, Aimée no tendrá otra opción que la de recurrir a un trabajo cualquiera para sobrevivir a nivel económico. ¿Les parece justo?