Mujer de 99 años, que en su juventud estuvo a punto de hacerse monja, sostiene en sus brazos a su centésimo bisnieto
Las familias numerosas pueden dar la idea de estar siempre muy unidas, incluso cuando surgen naturales problemas interpersonales. Después de todo, la convivencia forzada no es nunca fácil para nadie, especialmente a largo plazo. Pero hay familias que nunca renunciarían a sus numerosos parientes. La de Marguerite Koller, mujer de 99 años, es sin dudas una de esas. La mujer, casi centenaria, estaba por hacerse monja en su juventud, pero el encuentro con William, su futuro esposo, cambió completamente su destino. ¡Marguerite tuvo una familia muy numerosa y vivió lo suficiente para poder darle la bienvenida a su bisnieto número 100!
via Metro
Christine Stokes Balster y su esposo Patrick Balster estaban muy contentos de poder presentar a su segundo hijo a la "abuela" Marguerite "Peg" Koller. Es precisamente en honor al apellido de la bisabuela que la pareja decidió llamar a su hijo Koller. Para la casi centenaria abuela ha sido un evento único, incluso porque Koller es oficialmente su bisnieto número 100. Para una mujer que estaba por ser monja es realmente un caso increíble. "Fuimos a lo de la abuela, le presentamos a Koller, quien lleva el nombre del apellido de su familia", contó Christine, "Estaba absolutamente extasiada. Estaba tan feliz y se sentía tan bendecida y afortunada de poder sostenerlo en sus brazos".
Marguerite, hija única, tuvo 11 hijos con su esposo William y posteriormente se convirtió en abuela de 56 nietos. Poco a poco su familia continuó alargándose hasta hoy.
Al bebé número 100 de la familia también se le asignó William como segundo nombre, en honor al difunto marido de Marguerite. "A mi esposo le gustaba el nombre Kole", contó Christine, "Ha sido entonces muy natural llamarlo Koller y William como segundo nombre. Y además podemos también llamarlo Kole, si queremos".
Una vez dejada la idea de convertirse en monja, Marguerite deseaba con todas sus fuerzas tener una familia numerosa, consciente de su soledad como hija única. El encuentro con William, fallecido en el 2008, ha sido fundamental y hoy Marguerite, con casi 100 años, puede decir que está muy feliz con su numerosa familia.