Pasa 29 horas de vuelo escuchando los gritos incesantes de un niño: el desahogo de un pasajero
Volar no es una experiencia agradable de por sí para muchas personas, pero si va acompañada de los gritos incesantes de niños caprichosos puede transformarse en una verdadera pesadilla. Lo sabe bien un joven músico y actor que tuvo que viajar desde Nueva Zelanda hasta Berlín, Alemania, en un vuelo de 29 horas de duración. Si ya durante los viajes cortos se espera no ser molestado, ¡imaginémonos en un vuelo de esta duración! Lamentablemente, sin embargo, no podemos predecir nunca quién estará a nuestro lado o más comúnmente, en el avión elegido para el viaje. Este joven, lamentablemente, no ha sido muy afortunado.
Henry Beasley esperaba, probablemente, relajarse lo más posible durante el largo viaje que lo llevaría desde Nueva Zelanda hasta Europa, más precisamente hasta Berlín. Un vuelo como este dura aproximadamente 29 horas, es decir, una infinidad de tiempo y si no se está lo suficientemente preparado para afrontarlo, puede resultar cualquier cosa menos relajante. Sin embargo, a hacer que este viaje fuera aterrador ha sido la presencia de un niño que aparentemente nunca ha dejado de gritar. Para presenciar tan lamentable hecho, Henry grabó su rostro a lo largo de las 29 horas, demostrando como de fondo siempre existía el constante grito de este niño caprichoso. El video obtuvo inmediatamente un gran éxito. ¿Es posible que no haya dejado de gritar nunca? Esperamos que hayan existido algunos breves momentos de descanso para las orejas de los pobres pasajeros, pero es bastante evidente que sus gritos eran incesantes.
Henry está bastante conmocionado por los gritos incesantes y su mirada en el video lo demuestra ampliamente. En estos últimos tiempos se escucha cada vez más hablar de "vuelos solo para adultos": se trata de un tema que crea siempre numerosas polémicas, sobre todo entre esos padres que tienen la necesidad de viajar y al mismo tiempo, llevan consigo a sus hijos obviamente. Hay quienes han criticado el video de Henry, argumentando que ningún padre quisiera que sucediera algo así en un avión y que lo máximo que pueden hacer es sentirse mal: "¿Piensas que nos gusta que nuestros hijos griten y que los demás alrededor nuestro tengan que escucharlos? Absolutamente no" y también: "No es divertido ni siquiera para nosotros, lamento que alguien deba escuchar los llantos de mi hijo". Hay quienes, también, siguen firmemente convencidos de la utilidad de vuelos regulares prohibidos para los niños pequeños.
¿Ustedes qué piensan?