Vende globos en la calle para pagarse los estudios: después de años se gradúa en contabilidad
Quienes se dedican con empeño y dedicación a los trabajos más humildes para perseguir sus sueños como el título merecen admiración y respeto. No se rinden ante las adversidades y ante las pruebas que la vida les ofrece, sino que las superan con determinación y confianza, aprendiendo a darle el valor justo a sus objetivos sin dudar en sacrificarse para cumplirlos.
Aquellos que eligen trabajar para pagarse sus estudios no desprecian nunca su trabajo, sino que lo realizan con la conciencia del hecho de que cada experiencia es una oportunidad de aprendizaje y de superación personal. Personas así son un modelo de fuerza y de voluntad para todos.
via Elpopular
El joven Eduardo Chamé, originario de Tuxtla Gutiérrez, una ciudad del sur de México, recientemente anunció en sus redes sociales que se graduó en contabilidad en la Universidad Autónoma de Chiapas. Para hacerlo, tuvo que vender globos en la calle para pagar sus estudios y los gastos básicos, pero demostró que el trabajo duro y la perseverancia llevan a la victoria.
Chamé cree que solamente aquellos que se esfuerzan para cumplir sus sueños merecen el éxito, ya que saben lo difícil que es luchar contra los problemas y lograr la cima. "Hoy me siento muy feliz y quiero agradecer a mi familia y a Dios por todas las bendiciones que me han dado, él sabe lo duro que he trabajado durante años para seguir adelante, no tuve una vida fácil, pero poco a poco estoy logrando mis objetivos. Quisiera también agradecer a todos los padres que compraron globos para sus hijos, gracias a ellos pude pagar los viajes, las cuotas de inscripción, los libros, la comida y sin saberlo, me ayudaron a lograr mis objetivos", comentó.
Chamé cree que no existe un trabajo vergonzoso, porque cuando se quiere seguir adelante, hay que trabajar en cualquier cosa: "No todos tenemos las mismas oportunidades, muchas veces debemos trabajar el doble, bajo el sol, bajo la lluvia e ir a la escuela cansados, con insomnio y preguntándonos si realmente vale la pena y ahora puedo asegurarles de que vale la pena porque hoy siento una gran felicidad por haber logrado este momento que muchas veces me parecía eterno", observó.
Él, como muchos otros jóvenes vendedores ambulantes, son personas que tienen sueños y están forjando su futuro, por lo tanto su trabajo debería ser respetado y valorado, por más humilde que sea. En un futuro, ese vendedor ambulante podría convertirse en el profesional que van a necesitar.