"Enamorada, pero no esclava": esta pareja vive en casas separadas y revela los beneficios de esta decisión
Cuando crecemos experimentamos, vivimos, varias etapas de la vida. Llegados a la edad adulta a menudo es el momento de hacer un poco "el balance de la situación": establecer, de manera definitiva, la prioridad y moverse en consecuencia "hacia el siguiente paso". Por lo tanto, si hablamos de una relación, de una pareja estable y consolidada, inmediatamente pensamos en cómo hacer que esa preciada relación evolucione aún mejor. Muchos eligen, por lo tanto, pasar el resto de sus vidas juntos casándose, pero otras prefieren simplemente convivir.
Pero las parejas protagonistas de esta historia tienen una forma propia de ver las cosas: se aman y se respetan y precisamente por eso eligen...estar bien lejos uno del otro.
via Elpais
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Para una pareja es casi "matemático" y se da por sentado, en un cierto momento, compartir el mismo techo. Sin embargo, hay muchas personas que emprenden caminos diferentes y menos "canónicos".
Como Ana Llopis, de 35 años y Juan Carlos Gómez, de 46 años que fundaron su relación sentimental en un "mantra sagrado": sí al compromiso, pero yo me quedo en mi casa y tú en la tuya.
Él es un astrofísico y ella una traductora, viven a unos cuarenta minutos de distancia y se ven, desde hace ya 3 años, solamente los fines de semana y no pretenden "ir más allá" que esto. ¿El motivo?
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No quieren renunciar a su independencia y creen firmemente que la libertad individual debe ser de alguna forma "preservada". La convivencia es vista desde su punto de vista como un compromiso que simplemente no es necesario: uno puede quererse mucho incluso en espacios separados y distintos sin tener que cumplir con los deseos o las necesidades de quién nos rodea.
Y no son los únicos que lo piensan de esta manera: una mujer de 70 años, viuda, encontró una nueva pareja y dejó una fuerte declaración: "ya no recogeré más la ropa íntima de otra persona a los 70 años". Y también ella obviamente piensa que la convivencia es una opción, ¡pero no el único camino! "Cuando mi esposo falleció me di cuenta que había sido una esclava durante toda la vida, es cierto, hubo mucho amor, pero no era totalmente libre", agregó.
Muchas otras parejas compartieron historias similares a esta y la moral parece ser bien clara: la convivencia no es una obligación ni una meta a alcanzar. Está más bien hecha para aquellas personas que quizás ya de por sí son independientes y no necesitan un vacío que llenar, sino alguien con quien compartir. ¿Tú qué piensas?
